martes, 17 de julio de 2012

Horizonte


Siempre me ha gustado mirar la lejanía, tender la vista en las cuerdas desvaídas del cielo que juega a  la comba con la tierra, donde saltan las nubes viudas de alegría y las torres de arcilla elevan despacio sus siluetas de humildes espigas rotas por el viento.

Siempre me ha gustado dejar mi corazón flotando fuera de mí, entre los cerros que aún pertenecen al mundo de mi infancia, donde tocan su arpa invisible las cigüeñas a la hora del atardecer, cuando más llueve y los pueblos lejanos son orugas de oro lento.

Siempre me ha gustado echar mi pensamiento a volar con los días que hay detrás del horizonte y yo desconozco aún, porque el futuro está hecho de sueños que, a veces, se llenan de campanas que tañen despacio cuando el sol huele a ceniza y las lechuzas del ánimo se mueren.

Siempre he tenido ante mí la claridad de un horizonte limpio, amable, abierto, pero ahora, cuando no existe el porvenir y el futuro es un lobo que acecha entre las mieses, cuando el paisaje que tengo ante mis ojos es una hilera de hombres que no duermen porque alguien les llena de ortigas el corazón, sólo pienso en qué será de mí mañana, cuando los días que aún tengo que vivir estén llenos de hormigas y no tenga a qué aferrarme para diluir esa ronca oscuridad que asoma tras la señal de un horizonte que ya no es el mío, porque ya no queda en él ni un gramo de luz para alimentar el viento, los árboles en los que anidaba mi niñez, la pureza de un cielo que se quedará a mi espalda cuando abandone mi tierra y vaya en busca de  un porvenir que aquí se me ha cerrado hundiendo en mi pecho el crujido de un baúl donde quedan mis sueños, mis ilusiones, la honda estela de los días mejores que a mi trabajo dediqué con mucha ilusión y ya no sirven para nada que no sea para cubrir la esbelta herida de un presente que, con el tiempo, enterraré y sólo podré evocar cuando esté a solas junto a ese horizonte que queda tras de mí diluido como el adiós de un sol que huye entre las colinas de mi alma hacia un abismo en el que los niños y los pájaros se pierden.

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